Para comprender el verdadero precio de compra o venta de una empresa, es importante entender qué significan los términos "valor de empresa" y "valor de capital" o “valor de las acciones” o “precio de empresa”, y en qué se diferencian. Muchas veces se suele utilizar valor y precio indistintamente, pero ambos conceptos no son sinónimos. Es importante que las partes negociantes de una compraventa utilicen los términos de forma correcta.
Valor empresarial
La mayoría de los procesos de venta de las empresas se inician estableciendo un precio de venta al que se le denomina valor empresarial. Por lo general, el valor de una empresa se calcula utilizando un método que tiene como base los múltiplos del EBITDA, apoyado por un análisis que tiene como finalidad determinar el flujo libre de caja. Dicho valor de empresa no tiene en cuenta la estructura financiera de la actividad empresarial. Lo que se busca con esta primera aproximación es entender el valor en bruto del negocio que genera la compañía.
Así, el valor de empresa no incluye ningún ajuste sobre las deudas ni sobre posibles excedentes o necesidades de caja. Sin embargo, el comprador sí que tendrá en cuenta estos aspectos y ajustará sobre ese valor de empresa los efectos que sobre la misma tenga la deuda financiera y la caja.
¿Cómo se fija el precio de venta de una empresa?
Cuando una empresa se compra, el precio se fija teniendo en cuenta que se adquiere sin ningún tipo de deuda financiera. Esto significa que el vendedor debería responder de todas las deudas financieras de la empresa (deuda bancaria, leasings, préstamos a socios, dividendos pendientes de pago, etc.). En la práctica, lo que se hace, es que el importe de la deuda financiera pendiente se acaba restando del precio de compra.
Por el contrario, si la empresa dispone de un exceso de caja por encima de la necesaria para llevar a cabo sus actividades ordinarias, el vendedor podrá disponer de ese exceso de caja no operativo y adicionarlo al precio de venta, o retirarlo en forma de dividendos antes del cierre de la operación.
Así pues, sobre el primer valor bruto de la empresa calculado al inicio de proceso, el comprador, para establecer el precio de la compraventa, ajustará a la baja dicho valor por la deuda financiera pendiente y adicionará el exceso de caja que la empresa pudiera tener.
Precisamente, uno de los elementos más controvertidos en el momento de calcular el exceso de caja atribuible al vendedor, es calcular el nivel de caja operativa mínima que el vendedor debe dejar en la empresa para mantener la actividad ordinaria. En este sentido, es práctica habitual calcular dicha caja operativa como un promedio de las necesidades de tesorería que la empresa ha manifestado durante los 12 últimos meses. De todas formas, es necesario analizar cada empresa en detalle pues puede ser que encontremos empresas con necesidades de tesorería puntuales superiores a lo largo del año, o casos en los que el modelo de negocio es estacional.
Por último, una vez que el valor de la empresa se ha ajustado teniendo en cuenta la deuda financiera de la compañía y el exceso de caja, podremos ya obtener el precio de la empresa o precio de las acciones que finalmente percibiría el vendedor.
Así pues, es importante no confundir el valor en bruto de una empresa con el precio final que un comprador está dispuesto a pagar por esta, ya que, tal como hemos explicado, deberán tenerse en cuenta una serie de ajustes al alza y a la baja que requieren de un importante análisis técnico y, por otra parte, son aspectos que siempre estarán sujetos a negociación.